La tragedia de la DANA y sus responsables

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La DANA del 29 de octubre del 24 produjo en el País Valencià un total de 230 muertos y tres desaparecidos, un enorme número de viviendas, infraestructuras públicas, locales industriales y campos destrozados y 128.000 coches inutilizados. ¿Cómo ha ha sido posible esto?

La historia viene de antiguo. El País Valencià lleva siglos con un déficit de estructuras a causa de una financiación muy deficiente. Hay que remontarse en el siglo XVIII, en la pérdida de la guerra de Sucesión, para inaugurar un régimen de financiación parecida al colonial, de acuerdo con la calificación de “España asimilada” que nos otorgó el gobierno de los borbones. La pérdida de la guerra civil, en la que València fue capital de la República y último reducto, acentuó una discriminación inversora en infraestructuras imprescindibles, que se manifestó claramente en la riada de 1957 que dejó arrasada la ciudad de València. Para evitar la repetición se construyó una desviación del Turia que fue pagada varías veces con dinero de... los valencianos.

La causa de las inundaciones es siempre la misma: lluvias torrenciales en el otoño, generalmente causadas por masas de aire frío sobre un mar caliente y viento que aporta aire húmedo. Este fenómeno, conocido de antiguo, se ha acentuado mucho con el cambio climático y continuará agravándose, con veranos muy calurosos y atmósfera inestable. Esto es un hecho conocido y asumido por la mayor parte de la población.

Manifestació València

La experiencia de los últimos años había mostrado que eran necesarios unas mejoras de infraestructura para evitar inundaciones a través de los barrancos, lechos de agua irregulares que marcan pasados fenómenos de grandes aportaciones de agua. Pero la desidia, la carencia de voluntad de invertir del PP y el PSOE y la explotación urbanística desaforada del territorio, que ha multiplicado las construcciones en zonas claramente inundables, han condicionado que aquellos proyectos mínimos, diseñados en la pasada década, no llegaron nunca a llevarse a la práctica. Sin duda, la carencia de voluntad también ha sido relacionada con el hecho de que ahora no resultaban amenazados los barrios burgueses de València, sino zonas predominantemente obreras de l'Horta Sur, La Ribera y La Vega Baja.

De otra parte, está la cuestión de le prevención. Este aspecto, menos costoso y más efectivo de cara a la opinión pública, recibió cierto impulso hace unos años por el gobierno PSOE-Compromís que, a pesar de respetar el funcionamiento privatizado y escasísimo de personal del teléfono 112, materializó una respuesta eficaz en la preemergencia de 2019 en la DANA que descargó en el sur del País Valencià. Un escaso fruto de aquella y otras experiencias fue la propuesta de una Unidad Valenciana de Emergencias, que empezó a tomar cuerpo justo antes de que las elecciones autonómicas dieran la victoria al gran partido burgués español (PP) y al abiertamente franquista (Vox).

Lo primero que hizo el nuevo equipo gobernante, en concreto a propuesta de Vox, fue eliminar esta incipiente unidad de coordinación, mientras se acometían delirantes financiaciones a los toros de lidia y estupideces parecidas. Los responsables técnicos de las actividades relacionadas con las emergencias dimitieron rápidamente, dejando los lugares técnicos en manos de personal de la nueva oleada política, caracterizados por una evidente nulidad profesional.

Llegamos así a la presente DANA. Desde unos días antes, el servicio meteorológico valenciano había hecho conocer a todo el mundo que se acercaba una inundación peligrosa. Pero, a diferencia de lo que había acontecido en 2019, no se formó un organismo de preemergencia. Lejos de ello, el presidente de la Generalitat adoptó una estrategia de escaqueo. Desapareció durante horas, parece que para comprometerse personalmente al mínimo y dejar las previsibles consecuencias desastrosas a un equipo que era una pandilla confesa de inútiles e irresponsables.

La responsabilidad directa de los 230 muertos- presumiblemente y desgraciadamente 233- es de Mazón y de su equipo. Si la alarma se hubiera dado unas horas antes, casi la totalidad de muertes se habrían evitado. El hecho es incontestable y ni las refinadas técnicas manipuladoras de PP-Vox pueden disimularlo. Precisamente el apoyo incondicional de estos partidos a Mazón es una buena prueba de su desprecio político infinito respecto a los sufrimientos y pérdidas del gran número de trabajadores y jubilados damnificados.

Y después de la tragedia, la ayuda de supervivencia y reconstrucción, tan escandalosamente deficiente. Para las emergencias hace falta gente experta en emergencias, con maquinaria adecuada. Hacen falta protocolos y organización previa específica. Hace falta preparación y voluntad de servicio público. Y sobran los cálculos políticos electoralistas, las mentiras, el victimismo y el reparto del «negocio de la reconstrucción» entre las empresas «amigas» . Sobra, precisamente, todo el que ha caracterizado la respuesta del gobierno de PP-Mazón.

Por su parte, mientras el gobierno de la Generalitat rechazaba la ayuda ofrecida tanto por el Estado como por otras comunidades, específicamente por Cataluña, el gobierno de España envió unidades militares de limpieza y reconstrucción. Pero las tácticas y la «sabiduría» castrense que las son propias a esta gente – y que históricamente se han utilizado contra la clase obrera - no sirven de mucho ante este tipo de desastres masivos.

Por eso, la mayor y más eficaz parte de la respuesta de socorro, inmediata y también continuada durante varios meses, recayó sobre voluntarios de la clase trabajadora, sobre todo jóvenes, con un instinto de clase y de humanidad impresionantes. Y lo han hicieron mediante autoorganización, dejando en ridículo un intento muy tardío de la Generalitat para dirigir el «voluntariado» con autobuses hacia la - parece que muy urgente - «necesidad» de limpiar un gran centro comercial afectado. Estos jóvenes han sabido utilizar pequeñas redes de pequeñas organizaciones «sociales» del alrededor de la clase obrera, incluido el sindicato COS, coordinando desde los durísimos y tóxicos trabajos de limpieza de viviendas, edificios de servicios públicos y calles, hasta una enorme masa de donaciones de alimentos, productos de limpieza, etc, provenientes de la solidaridad de todos los rincones del Estado.

El fenómeno podría haber multiplicado su eficacia y rapidez si los grandes sindicatos se hubieron puesto a organizar y coordinar la ayuda, poniendo a disposición de los damnificados sus propias redes organizativas y sus locales. Pero ni lo hicieron ni lo harán la próxima ocasión, porque su línea colaboracionista prohíbe a las direcciones sindicales ir más allá de las palabras compasivas y de alimentar la confianza en el estado burgués para resolver la situación.

En definitiva, la red de ayuda autoorganizada ha resultado con tan grande capacidad de movilización como para ser la protagonista de la convocatoria de masivas manifestaciones mensuales en la ciudad de València, pero tan débil políticamente que no ha sabido entender el terreno de clase en el que se mueve. Por el el contrario, se ha limitado a los terrenos nebulosos del interclasismo demagógico y vacío de contenido («Solo el pueblo salva el pueblo») y a pedir «la dimisión de Mazón», exactamente cómo ha hecho el PSOE soñando con nuevas elecciones. Ahora, a seis meses de distancia de la riada, con la red ya muy menguada y la rabia masiva concentrada en recuperar lo que se pueda de la antigua vida, la red se ha comprometido en la convocatoria de una jornada de paro el día 29 de mayo (que denomina “Huelga General”), rodeada por CGT, Intersindical, CNT y COS. En nuestra opinión, una manera de derrochar el éxito temporal de una buena experiencia, hundiéndose en la organización de un llamamiento que nadie espera que tenga seguimiento (al menos fuera de las comarcas afectadas) y políticamente insustancial.

Nosotros pensamos que la línea política que hubiera hecho avanzar la movilización masiva inicial debía de poner en el centro, no la dimisión de Mazón (que el PP podría sustituir para continuar con su política), sino la expulsión del PP del gobierno de la Generalitat con reivindicaciones basadas en nuestras necesidades, independientemente de si molestan al capital o a sus colaboradores políticos:

El diseño e implementación inmediatos de un plan completo de obras públicas para la prevención de las riadas en todo el País Valencià, la prohibición general de construcciones nuevas en zonas inundables, el control del dinero de la reconstrucción por las organizaciones de trabajadores, la expropiación de todas las viviendas en manos de bancos, fondos financieros y grandes tenedores para ponerlos al servicio de las familias trabajadoras, la prohibición inmediata de los pisos turísticos, etc... Esto es el que defendería un auténtico partido revolucionario.