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La victoria electoral de Zohran Mamdani como alcalde de la ciudad de Nueva York ha atraído la atención mucho más allá de los límites de la ciudad y plantea interrogantes fundamentales sobre la conciencia de clase en Estados Unidos. Por primera vez en décadas, una persona autoproclamada "socialista" ha ganado en una gran ciudad estadounidense [Ver nota final]. El éxito de Mamdani refleja una conciencia de clase en desarrollo, aunque aún difusa, en EE. UU., una señal que debe aprovecharse para construir una resistencia genuina contra el sistema capitalista.
Una ciudad como foco de contradicciones sociales
Nueva York encarna las divisiones internas de la sociedad estadounidense más que muchas otras metrópolis. Mientras que los beneficios de las corporaciones financieras e inmobiliarias se disparan, millones de trabajadores luchan contra salarios estancados, empleos precarios y alquileres que marginan incluso a los trabajadores con salarios medios. Esta polarización social es la que ha puesto las bases para el ascenso de Mamdani.
Su campaña combinó la reivindicación de congelación de alquileres, de transporte público gratuito y de un salario digno con críticas al dominio del capital sobre la vida cotidiana. No se trataba del típico discurso moralizante de los candidatos del Partido Demócrata, sino que abordaba las necesidades reales de los asalariados. En un sistema político que ha marginado sistemáticamente los intereses de la clase trabajadora durante décadas, este enfoque parecía casi subversivo. No es de extrañar que el propio presidente recurriera a acusaciones de comunismo y condena contra el favorito demócrata en su ciudad natal. A esto se suma la amenaza de deportación por haber entrado supuestamente al país de forma ilegal y, por si fuera poco, la ya conocida acusación de islamismo, en referencia a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Una victoria dentro de los límites del sistema
Lo que en Europa se interpretaría como una sólida socialdemocracia pierde fuerza, sin embargo, porque la organización política del ganador de las elecciones, los Socialistas Democráticos de América (DSA), es un ala del Partido Demócrata burgués. Mamdani, al igual que Alexandria Ocasio-Cortez y Jamaal Bowman antes que él, se postuló como candidato del Partido Demócrata, una de las dos principales formaciones de la burguesía estadounidense. El hecho de que un candidato socialdemócrata pudiera ser nominado dentro de este partido demuestra la presión popular; a la vez, revela el poder de la maquinaria demócrata para canalizar cualquier protesta hacia las vías parlamentarias.
La victoria electoral de Mamdani no significa en absoluto una ruptura con el sistema, sino más bien la adaptación provisional de éste a un clima cambiante. Incluso en las declaraciones iniciales de su equipo, Mamdani dejó claro que las instituciones clave del aparato administrativo burgués, como la cúpula policial, eran intocables. Tales gestos pretenden transmitir estabilidad, pero políticamente son una señal de alarma: muestran con qué facilidad incluso los proyectos "progresistas" pueden quedar atrapados en la lógica del sistema.
Expresión, no solución, de las contradicciones de clase
Que Mamdani lograra ganar demuestra la profundidad de las tensiones sociales en Estados Unidos. Las reivindicaciones de su campaña corresponden a intereses de clase objetivos. Son una expresión de la experiencia de que el sistema actual no funciona para la mayoría de la población trabajadora y los jóvenes. Sin embargo, sus intereses de clase fundamentales no encuentran una expresión política que los represente. La elección en sí misma no reemplaza la organización duradera; es un momento, no un proceso.
Esto también se evidencia en el hecho de que, a pesar de su retórica socialista, Mamdani no consiguió mayorías en todas partes, especialmente en los barrios pobres, predominantemente negros. Muchos de estos votantes permanecieron leales al aparato demócrata, lo que indica que la conciencia de clase en Estados Unidos aún está muy poco desarrollada y eclipsada por lealtades étnicas y culturales.
Entre la reforma y la revolución
Mamdani presentó un programa de reforma que, de ser posible, solo podría implementarse mediante la movilización popular. Pero esta movilización aún no existe. Persiste la contradicción entre la situación de clase real y la forma política en que se expresa. La victoria electoral de Mamdani abre posibilidades, pero a la vez crea nuevas ilusiones: la idea de que se puede humanizar el capitalismo sin quebrantar el poder del capital mismo.
La clase trabajadora en Estados Unidos está económicamente muy desarrollada, pero políticamente desorganizada. Sus luchas son locales y esporádicas, y carecen de expresión en un partido independiente. Mientras los candidatos que articulen un programa crítico con el capitalismo permanezcan dentro del Partido Demócrata, sus victorias siempre representarán tanto un progreso como una limitación: un avance ligado a un representante político del orden burgués.
La necesidad de un partido independiente
La lección de la victoria de Mamdani no es, por lo tanto, que pueda ser "reconquistado" el Partido Demócrata (que siempre ha sido un partido burgués e históricamente un partido de racistas sureños), sino que la clase trabajadora necesita su propio instrumento político. Un Partido Laborista en Estados Unidos —no como una copia de la socialdemocracia británica, sino como una alianza revolucionaria de sindicatos orientados a la lucha de clases, organizaciones de fábricas y grupos vecinales— podría convertirse en el vehículo que unificara estas luchas dispersas. Tendría que basarse en la conciencia de clase y el internacionalismo, en una clara política antibélica, el control democrático de los medios de producción y la expropiación de los grandes monopolios.
Solo un partido así podría crear la independencia política necesaria para entender las reformas no como concesiones impuestas desde arriba, sino como logros de la propia clase. Y podría contribuir a trascender las reivindicaciones del momento y avanzar hacia la lucha por el poder político, hacia el establecimiento de un sistema de consejos democráticos.
Un punto de partida, no un hito
La victoria de Zohran Mamdani es un acontecimiento histórico, no porque sacuda el capitalismo, sino porque visibiliza la posibilidad de que el socialismo vuelva a debatirse en Estados Unidos. Demuestra que existe el terreno para la política de clase, pero también que este terreno aún está por explorar.
En este sentido, Mamdani es menos un presagio de una nueva era que un reflejo de un período de transición: un tiempo en el que la crisis capitalista está desintegrando las viejas formas políticas, sin que la clase trabajadora haya creado aún las suyas. El camino para lograrlo no reside en triunfos electorales individuales, sino en la construcción consciente de un partido que combine la lucha por las reivindicaciones diarias de los asalariados con la perspectiva de la revolución.
GKK – Austria. 7 de noviembre de 2025.
[Nota del traductor. David Dinkins, también de los DSA en el interior del Partido Demócrata, ocupó la alcaldía de Nueva York durante el cuatrienio 1990-93. https://en.wikipedia.org/wiki/David_Dinkins .]