Frente a la crisis combinada de la salud pública y de la economía capitalista

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Covid19

1 El mundo entero afronta el desarrollo de una pandemia de tal envergadura que hace colapsar durante algunos meses el sistema productivo de países enteros. China y Corea, los primeros, tras ellos Irán e Italia y previsiblemente muchos más por todo el planeta.

La crisis económica cíclica capitalista ya se acercaba antes del coronavirus. A esa situación se ha superpuesto la parálisis repentina de la economía china, de importancia capital por su papel de segunda potencia mundial y -entre muchas otras cosas- principal proveedora de imputs de las cadenas industriales de todo el mundo. Además, en cada país donde se desarrolla la enfermedad, se paraliza la economía local tanto a causa de la extensión de la enfermedad como por las medidas socio-sanitarias necesarias para su contención.

Las fronteras se cierran, el turismo mundial cae en picado, las bolsas se hunden... En todos los países se anuncian despidos masivos que afectan a sectores completos: transporte aéreo y terrestre, automoción, turismo, hostelería, espectáculos, deporte...

2 La crisis sanitaria ha aparecido después de décadas de recortes, privatizaciones y precarización laboral en los sistemas de salud pública, allí donde existían. Muchos trabajadores no tienen una cobertura médica: centenas de millones de mingongs (migrantes interiores de China), decenas de millones de empleados de los EEUU, centenas de millones de asalariados y autónomos, de campesinos pobres de los cinco continentes… En ningún sitio hay suficientes hospitales ni personal sanitario. No hay bastantes recursos económicos para hacer frente a las necesidades de medicinas y material sanitario. No hay suficiente producción de respiradores y oxígeno, tan necesarios para los enfermos del COVID-19. La producción y los precios de la mayor parte de las medicinas están sometidas a las patentes propiedad de las grandes compañías farmacéuticas... La crisis sanitaria se combina con una crisis económica durísima que la burguesía pretende hacer recaer enteramente sobre la población trabajadora.

Este tipo de circunstancias saca a la luz las grandes contradicciones que caracterizan al capitalismo:

  • la motivación de la producción capitalista, que no es la satisfacción de las necesidades humanas con el mínimo perjuicio para el medio ambiente, sino la valorización del capital (la búsqueda del beneficio) facilita la aparición de nuevos virus para los que los humanos no tenemos defensa inmunológica.
  • la propiedad privada de los medios de producción y la competencia intercapitalista impiden hacer frente de manera racional a los problemas que se le plantean a un sistema productivo totalmente socializado e internacionalizado.
  • la anarquía de la producción capitalista es incompatible con la satisfacción de las necesidades urgentes de la sociedad, que requieren planificación y previsión.
  • el poder de la burguesía, basado en los estados nacionales no puede encarar con rapidez y eficacia una pandemia que no conoce fronteras y que exige para su rápida mitigación una respuesta mundial coordinada, basada exclusivamente en criterios científicos y de solidaridad humana.

3 La respuesta de los estados capitalistas está siendo justamente la contraria a la necesaria. dejando al desnudo su naturaleza de instrumento de opresión de una clase sobre todas las demás. En cada país, las medidas de protección y contención no se toman cuando lo requiere la defensa de la salud pública nacional e internacional sino cuando ya es obvio que el coste económico nacional de no tomarlas es superior al de tomarlas.

En China, Corea, Irán, como ahora en Europa y EEUU, hemos sido testigos de cómo se han atrasado medidas claramente necesarias, mientras se hacían cálculos de cómo aquéllas afectarían a los beneficios empresariales nacionales actuales y futuros. Finalmente la debacle económica no se puede evitar, pero en cambio, la enfermedad dispone de algunos días preciosos (o muchos, según el país) para propagarse con libertad, multiplicando con ello su extensión.

Uno tras otro, todos los estados propagan el nacionalismo y requieren la unión sagrada entre las clases. Están declarando "estados de excepción" que dotan a los cuerpos represivos y al ejército de poderes prácticamente ilimitados sobre la población. De esa manera , el estado burgués se entrena para la guerra civil y convierte a las clases trabajadoras en simple ganado al que guiar y controlar para que soporte, en el mayor silencio posible, el gran sufrimiento que significa la epidemia en sí, el colapso de los sistemas sanitarios públicos, las duras medidas del aislamiento y la debacle económica que se desarrolla.

4 Esto es todo lo que puede ofrecernos el sistema capitalista ante una situación de catástrofe: beneficio privado a costa del sufrimiento público, represión y control social hasta el delirio.

Como en cada crisis del capitalismo, las restricciones presupuestas de los estados desaparecen substituidas por regalos sin límite a los grupos capitalistas. Ciertamente, tanto en China como en los países ricos más afectados, el miedo explícito a la explosión social está obligando a los gobiernos a adoptar algunas medidas de carácter económico para evitar la caída abrupta en la miseria de una parte importante de la población trabajadora (clase obrera y pequeña burguesía). Pero todo ese dinero, más el que están regalando a las empresas, será pagado con creces por los trabajadores tan pronto como pase la crisis sanitaria y se retome el ritmo de producción y explotación "normal". La pauperización de masas para hacerles pagar la deuda que se generará será la continuación de las tribulaciones de la epidemia.

5 Frente a toda esta barbarie, las organizaciones que dicen defender a los trabajadores paralizan toda respuesta. Partidos y sindicatos cierran filas con los gobiernos y colaboran con la militarización del poder, digna de tiempos de guerra. Sin embargo, la clase obrera no debe aceptar que el enemigo de clase gestione la crisis contra ella. Es necesaria la unidad inmediata de todas las organizaciones del movimiento obrero por las reivindicaciones imprescindibles para la supervivencia de la mayoría:

  • Gratuidad completa de todos los cuidados sanitarios y medicación, incluyendo la alimentación en los hospitales.
  • Expropiación pública sin pago de todos los recursos privados necesarios para la lucha contra la pandemia (sanidad privada, grandes cadenas hoteleras, fábricas productos sanitarios y farmacéuticos...)
  • Establecimiento definitivo de cobertura médica completa y gratuita para todos los trabajadores del mundo.
  • Supresión de las cotizaciones salariales. Estado y patrones fuera manos de las cajas de la Seguridad Social. Financiación sin límite de las medidas sanitarias y de protección social a cargo de todas las partidas presupuestarias parasitarias de los Estados, comenzando por los gastos militares y represivos, la financiación de las religiones y todas las instituciones inútiles (p.e. monarquías, senados... ).
  • Socialización sin indemnización de toda la banca bajo control obrero, para poner todos los recursos económicos a disposición de las necesidades sociales.
  • Prohibición de todos los despidos. Garantía del 100% del salario durante todo el tiempo de la crisis.
  • Garantía de alimentación, cuidados sanitarios y sociales a toda la población que la necesite.
  • Exención de la obligación de acudir al trabajo para todos los padres con niños en casa.
  • Moratoria inmediata de todos los pagos de las familias trabajadoras (hipotecas, alquileres, suministros básicos (agua, energía, comunicaciones). Prohibición de los desahucios de familias. Garantía de vivienda para toda la población.
  • Colaboración internacional, bajo control de los trabajadores, para la investigación, el reparto de equipos y medicamentos, etc. Organización del control obrero de la gestión de toda la crisis sanitaria (producción necesaria, sanidad, soporte humanitario a la población en riesgo) con garantías de seguridad para los sanos y los enfermos.
  • Fuera los cuerpos represivos y el ejército de las poblaciones. Autoorganización de los trabajadores y vecinos para el control del cumplimiento de las medidas necesarias para detener la pandemia.

Hay que responder rápidamente a la gravedad de la situación inmediata. Pero también hay que mirar hacia el futuro. Los elementos más conscientes de la clase obrera deben llamarla a organizarse para convertirse en clase dirigente alternativa, para ofrecer a la humanidad un destino diferente a la catástrofe permanente que es el sistema capitalista para la mayoría de la población. No hay más opción: SOCIALISMO MUNDIAL O BARBARIE

Colectivo Revolución Permanente - CoReP (Alemania, Austria, Canadá, Estado Español, Francia, Turquía)

Fração Trotskista – Vanguarda Proletária (Brasil)

Note

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