La urgencia climática es la urgencia de la revolución socialista

Translations: ca

La 26ª Conferencia de los Estados firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que reunió en Glasgow a 223 países y 30.000 participantes, concluyó el 14 de noviembre tras dos semanas de trabajo. El objetivo declarado era revisar los compromisos para contener el calentamiento global dentro de los límites ya fijados en París en 2015 por debajo de 2°C y, si es posible, de 1,5°C para 2100. Toda la humanidad está afectada y la solución al problema solo puede ser global. Pero en este caso, como en cualquier otra negociación comercial, prevalecieron la lente del nacionalismo y la brújula de los intereses de la propia burguesía de cada estado.

Estaban presentes o representados los dirigentes de los imperialismos más poderosos, así como los de segunda categoría, los exportadores de petróleo, gas y carbón, miles de lobistas a sueldo de los grupos capitalistas, entre ellos, según la ONG Global Witness, como mínimo 503 solo para las compañías petroleras y de gas, banqueros y fondos de inversión que ahora son más verdes que el verde. El Príncipe Carlos, el propietario de Amazon y el actor DiCaprio estaban entre ellos, y al menos 52 aviones se contaron en el aeropuerto de Glasgow el 31 de octubre. En el otro extremo, también se encontraban los países pequeños y dominados, principales víctimas del cambio climático y totalmente desvalidos, a veces amenazados de desaparición en breve plazo por la subida del nivel del mar, como es el caso de algunas islas de Vanuatu.

Con semejante grupo de élite reunido en la cumbre del planeta, se iba a ver lo que se iba a ver. Para Jadot [eurodiputado de EE-Les Verts], entrevistado el 29 de octubre en BFMTV, la COP26 debía ser "un momento esencial para salvar a la humanidad". Sin sorpresas, salvo para los ingenuos que imaginan o, peor aún, intentan hacer creer, que el capitalismo puede controlar la catástrofe climática que se avecina cuando es él mismo quien la ha provocado. Los dirigentes reunidos en la COP26 decidieron que no se comprometerían a ... nada, salvo a volver a comprometerse, un poco más que ayer y un poco menos que mañana. Y a la espera de la próxima gran reunión, todo seguirá como hasta ahora, o mejor dicho, la situación seguirá deteriorándose día tras día. Pues el Pacto Climático de Glasgow, aprobado tras laboriosas negociaciones, no es más que un compendio de ilusiones y recomendaciones, como las declaraciones de las anteriores COP, igual de impotentes. Llama a:

Reducciones rápidas, fuertes y sostenidas de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), incluyendo reducciones de las emisiones de CO2 del 45% para 2030 en comparación con los niveles de 2010, y a la neutralidad del carbono para mediados de siglo, así como a fuertes reducciones de otros gases de efecto invernadero.

Pero precisamente los compromisos de reducción de los distintos Estados para 2030 ¡conducen a un calentamiento de 2,7° en 2100! según los últimos cálculos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Desde la tan cacareada COP21 de París en 2015, las emisiones de gases de efecto invernadero han seguido aumentando, excepto en 2020 debido a la crisis económica mundial relacionada con la pandemia internacional de coronavirus.

Los defensores del capitalismo tienen que disfrazar la realidad para hacer creer que, paso a paso, se avanza hacia la solución de los problemas, gracias a sus iluminados consejos y a su paciente mediación. La ministra de Transición Ecológica, Pompili, se encarga del servicio posventa:

Esta COP es la que permitirá la aplicación del Acuerdo de París. Como ecologista, nunca pensaré que hemos ido lo suficientemente lejos. Y claramente hemos llegado a un compromiso (Grand Jury RTL, 14 de noviembre de 2021)

No está sola. Muchas de las ONG presentes tratan de encontrar justificaciones para su participación en este engaño: El resultado de la COP26 es débil y el objetivo de 1,5°C apenas está vivo, pero se ha enviado una señal: la era del carbón ha terminado, y eso cuenta. (Morgan, Greenpeace)

¡Mentira! La era del carbón está lejos de haber terminado. Mientras que una veintena de países, como Polonia, se han comprometido a dejar de construir centrales eléctricas de carbón y a acelerar el despliegue de energías renovables, los mayores productores y consumidores, como Estados Unidos, China, India y Australia, se han abstenido de hacerlo e incluso han presionado con éxito para diluir la resolución final, que ahora se limita a pedir "que se aceleren los esfuerzos para reducir el uso de la energía de carbón sin sistema de captura (de CO2) y las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles".

¿Se llegó a un acuerdo para salvar los bosques? ¡Otra mentira! Un centenar de países, incluido el Brasil de Bolsonaro, conocido por su apoyo inquebrantable a los capitalistas del agronegocio - que están destruyendo la selva amazónica - se han comprometido a detener la deforestación para 2030. ¿Pero quién puede creerlo? Ya en 2014, en Nueva York, una treintena de países habían asumido los mismos compromisos y desde entonces la deforestación no ha dejado de acelerarse. El truco para hacer creer en las virtudes ecológicas de las empresas se ha perfeccionado incluso con el desarrollo de la "compensación de carbono", consistente en intercambiar emisiones de CO2 muy reales por acciones futuras que supuestamente atraparán el carbono, como las plantaciones de árboles. Desgraciadamente, estas acciones, distantes en el tiempo y el espacio, no pueden contabilizarse ni verificarse con precisión, pero les permite hacer creer que hay "cero emisiones netas" ¡y con ello substituyen las reducciones de emisiones!

En cuanto a los países dominados que exigieron ayuda financiera a los imperialismos más poderosos, para reparar los daños causados por las catástrofes climáticas que los abruman, se han quedado con las manos casi vacías y aún tendrán que devolver la mayor parte de la ayudas, que en realidad no son más que préstamos.

Año tras año, se baten los récords mundiales de calor. Junto con 2016, 2020 fue uno de los dos años más calurosos jamás registrados. Según la Organización Meteorológica Mundial, el mes de julio de 2021 ha marcado un nuevo récord, lo que ha provocado fenómenos de una intensidad sin precedentes, como la cúpula de calor sobre Canadá y el norte de Estados Unidos este verano, con temperaturas de hasta 49,6° en Vancouver. La sequía se agrava en el África saheliana, el cambio climático golpea a la India, donde se alternan inundaciones y sequías catastróficas, y en Madagascar, donde las precipitaciones disminuyen año tras año y un millón de personas están sumidas en una hambruna extrema. Gigantescos incendios forestales asolaron California, Siberia y el norte de Canadá en julio y agosto... Entonces, tal y como se había anunciado ¿logró la COP26, "mantener vivo" el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C en 2100? Lo cierto es que, si no está muerto, su pronóstico vital es muy dudoso. En realidad, los 2,7° es el resultado más probable, tal y como están las cosas. Pero,

En lugar de fijarnos en la cifra final de 2,7°C en 2100, que está muy lejos, podemos fijarnos en lo que nos espera en la trayectoria que nos llevará a este calentamiento, ya que esto implica que el umbral de los 2°C se cruzará a mediados de siglo, quizás incluso un poco antes. (Cassou, director de investigación del CNRS, France info, 16 de noviembre de 2021)

El umbral de 2°C significaría, por ejemplo, que el calor récord de 46°C observado en la región de Hérault en 2019 sería 12 veces más frecuente que en la actualidad e incluso que mil millones de personas en el planeta podrían estar expuestas a un calor potencialmente mortal, según el servicio meteorológico británico. Greta Thunberg calificó de bla-bla-bla a esta COP26. Pero añadió algo más que ha sido menos publicitado, burlándose de las palabras tranquilizadoras de los reformistas de todo el mundo:

"pequeños pasos en la dirección correcta", "hacer algunos progresos", "ganar poco a poco", eso significa perder. (Twitter, 13 de noviembre de 2021)

Pero aunque llama a proseguir las manifestaciones, le falta una brújula para que las protestas no se agoten en vanas repeticiones. Porque el calentamiento global es solo una faceta de la destrucción del planeta causada por el mantenimiento del capitalismo en su etapa imperialista más destructiva. A esto se añade la contaminación generalizada, la sobreexplotación de los recursos, los estragos contra la biodiversidad, por no hablar de las crisis económicas, las guerras, etc. La razón esencial es que el funcionamiento del capitalismo implica necesariamente la búsqueda del beneficio y el aumento del capital, haciendo caso omiso de todas las demás consideraciones.

Esto es lo que intentan ocultar los partidos reformistas y los ecologistas. Para Jadot, que ha visto defraudadas sus expectativas, la COP26 es un "fracaso" que se explica por el "conformismo de los políticos" y su "complacencia con los grupos de presión que les impiden avanzar". Pero, ¿por qué no decir que los gobiernos son los gobiernos de los capitalistas y, por tanto, actúan en consecuencia para defender a sus respectivas burguesías? Sencillamente porque Jadot, como todos sus homólogos verdes del mundo (los que están en el gobierno austriaco con el democristiano ÖVP, por ejemplo), defiende un ecologismo compatible con el capitalismo: "La intervención pública no debe penalizar al tejido económico y a sus actores", se apresuró a precisar de nuevo el 16 de noviembre en el Club de l'économie du Monde. Para la delegación del PCF que regresa de Glasgow, la COP26 es, sin embargo, un paso adelante:

Durante esta COP, varios compromisos de un centenar de países, como los objetivos de neutralidad de carbono de India y China, permiten esperar una reducción de las emisiones de hasta un 30%. Esto es claramente insuficiente para el objetivo de 1,5 grados, pero es un paso adelante. Es una prueba de que, gracias a la presión de los ciudadanos, las COP pueden ser útiles y empujar a los Estados a cumplir sus compromisos. (Página web del PCF, 10 de noviembre de 2021)

En cuanto al líder supremo de LFI [Jean-Luc Mélenchon], si bien caracteriza la COP26 como una "pantomima" y "puro humo", lo explica porque :

El famoso Acuerdo de París no preveía ningún mecanismo de sanción. La letanía de promesas puede convertirse, por tanto, en una competición de exhibiciones y gesticulaciones diplomáticas. (Página web Mélenchon.fr, 13 de noviembre de 2021)

Como si el capitalismo se pudiera sancionar a sí mismo.

Por supuesto, el capitalismo es perfectamente capaz de sustituir el coche con motor de combustión interna por uno eléctrico, al igual que sustituyó las máquinas de vapor por locomotoras eléctricas, o de desarrollar las energías renovables, siempre que lo encuentre rentable. Pero no acabará con las emisiones de gases de efecto invernadero, que solo desplazará, ni con la contaminación, ni con la sobreproducción, el despilfarro y la incoherencia de la producción respecto a las necesidades humanas. Marx ya lo escribió:

En la historia de los modos de producción, ninguna clase ha explotado ni destruido el medio de vida de la mayoría de la humanidad tan brutalmente como la burguesía (Carta a Engels, 25 de marzo de 1868)

La urgencia climática es un aspecto de la urgencia de la revolución socialista, de la urgencia de la expropiación de los grandes grupos capitalistas, la organización de la producción en función de su utilidad social y no en función de la tasa de ganancia, bajo el control de los productores, de la urgencia del gobierno de los trabajadores, y todo ello a escala mundial. Esta es la lucha de los comunistas, a la que deben unirse todos los que se rebelan ante la marcha hacia la catástrofe climática.

18 de noviembre de 2021

Artículo aparecido en 'Revolution Communista nº 47 : <https://groupemarxiste.info/documents/RC47.08.pdf>'